sábado, 29 de enero de 2011

Fábula de la chica de goma

La canción que nunca fue cantada y los versos que nunca fueron poesía

Cuento de la chica de goma

Se perdieron los valores que transmitían los cuentos infantiles.

Los niños crecen en un mundo superficial y todos lo permiten.


Mi autoestima era un relicario vacío.

Mi bolsillo un poderoso caballero.

Así me fui a buscar al genio

de la lámpara de Aladino.


Conciencia fusiló a Campanilla,

“no hagas culto al cuerpo”, me decía

mientras la encañonaba Pepito Grillo

con su imponente falo de mercadillo.


Mi deseo fue ser bella por fuera,

a costa de ser por dentro bestia,

y es que la vanidad es una fiera

que se sacia matando a la modestia.


Ahora visto con habichuelas mágicas

de la talla treinta y seis.

Adicta al cuero, del dinero parásita,

sin billetes no me veréis.


Quiero ser la más admirada,

la Cenicienta del cuento.

Hasta las doce no estés despierto

que mis tetas serán calabazas.


Cuando salga de marcha

con mis modelos tan chic,

varita mágica será mi mirada:

levantará la flauta de Hamelín.


Esta noche espero tener la suerte

de encontrarme con Pinocho.

Podré pedirle mientras miente

que husmee dentro de mí, ¡coño!


Da lo mismo si ayer me viste,

si de mis labios salio un te quiero.

Que más da si en mi disfraz de cisne

habita un alma de ogro embustero.


Soy nómada emocional, espíritu gregario,

esclava de la tele, de la publicidad.

Deformada, creo que me reflejo

en un espejo que pinta la realidad.


Qué importa si soy el patito feo

que se operó de sus complejos.

Sé que el barquito chiquitito

nunca volvió a navegar.

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