martes, 26 de abril de 2011

Me creo las audiencias

 
“Pero, ¿esto de las audiencias cómo funcionará?” Esta pregunta  nos la hemos podido plantear alguna vez a lo largo de nuestra vida, siempre y cuando hayamos tenido curiosidad por saber cómo funcionan las cosas y no las tomemos como dadas por la gracia divina, claro está. Se han formulado en familia, en bares, etc., y la mayoría de veces no tienen respuesta. Otro asunto que se lleva con mucho secreto... 

Para los medios de comunicación el control de la audiencia es necesario. Su principal fuente de financiación es la publicidad, y el precio de esta va en relación al número de espectadores. Cuanto mayor es el número que ve un espacio, mayor es el precio por insertar un spot. Por tanto, se puede afirmar que la audiencia determina los ingresos del medio, es la piedra angular para su sustento, sobre todo en televisión, donde los contenidos se retransmiten en abierto. Por tanto, agencias de publicidad y medios necesitan de un sistema que determine todos estos parámetros. Así nacieron los estudios de audiencias. Los principales son el EGM (Estudio general  de medios) y Sofres. 

El EGM se realiza mediante encuestas y entrevistas telefónicas. Aglutina estudios de televisión, radio y prensa escrita. Es un sistema basado en el recuerdo de la gente acerca de lo que ha consumido en los últimos días. Muchas veces se contesta a este tipo de encuestas con la única intención de librarse del entrevistador. No me parece un método fiable, aunque su punto a favor es que la muestra es bastante amplia, unas 45.000 encuestas.

Sofres se dedica exclusivamente a la medición de audiencias de televisión. ¿Cómo lo hace? Primero selecciona una muestra representativa de la sociedad según los estudios del CIS, entonces un encuestador se recorre las calles buscando los perfiles necesarios, se les ofrece su colaboración a cambio de alguna compensación (suelen ser bonos de compra en centros comerciales) y se les instala un audímetro que recogerá “cada movimiento” del espectador. Pero para ello se necesita de su colaboración: apretando el botón de un mando que cada miembro del hogar tendrá asignado deberá indicar al audímetro cuántos de ellos están viendo la televisión, si hay invitados, si no le están prestando atención o si se han ido a cagar… ¿De veras respetarán cada ligero movimiento? Todo bajo el máximo secreto para no condicionar las preferencias. Actualmente, Sofres está presente en 4.500 hogares. No me parece una muestra lo suficientemente amplia como para representar a toda la sociedad. Además tampoco es seguro que las familias estén pendientes del mando cada vez que viene o se va un integrante.

Analizando estos dos métodos y sus múltiples defectos, dudo bastante si de verdad son un fiel reflejo de la realidad. Además, la estadística es un arma de demagogia, gracias a ella se puede sesgar la verdad aportando credibilidad. Si no, ¿cómo es posible que muchos medios se cuelguen medallas diciendo que su audiencia ha crecido? Diría seque se creen las ineficaces reglas del juego, puede que hayan firmado un pacto de no agresión en el que todos salen beneficiados. Pero una duda me queda: La financiación de la televisión está en manos de lo que hagan unas pocas personas. ¿Nos creemos que miles de millones se encuentran bajo el amparo de 4.500 hogares? ¿Todos se fían del sistema y nadie influye sobre él?

 

domingo, 17 de abril de 2011

The hell of Santiago




Cuenta la historia que fue construida hace cerca del año 1075 por el rey Alfonso VI sobre una sola pieza a partir de una de las rocas más duras de tallar. La pulcritud de cada detalle, la suavidad de las formas, la perfección en forma de arte; no es extrañar que tardara más de cincuenta años para que se colocara el último ladrillo, llevándose por delante a muchos obradoiros que entregaron honrosamente sus vidas para una causa tan noble: alzarla en lo más alto, unir el pináculo con el cielo para tocar lo divino. Pero pocos saben el secreto que alberga bajo sus cimientos.

Dicen las malas lenguas que se encuentra en un centro de poder, encima de uno de los múltiples vértices energéticos que existen a lo largo del planeta. Dicen que si te sitúas en uno de ellos puedes lograr el equilibrio, sentir la energía, el movimiento de la tierra e incluso las vibraciones atómicas.

Hace poco más de 1000 años allí existió un templo pagano donde meigas y druidas practicaban las artes de la magia y la brujería. Eran los encargados de mantener el equilibrio natural, ya que eran capaces de sintonizar con el entorno, comunicarse con los árboles y sentir las vibraciones del cielo, el mar y la tierra.

Estas prácticas desconocidas eran de gran ayuda para los habitantes de las aldeas, pues conseguían espantar las epidemias, mantener a raya a los hombres lobo, predecir años de vacas flacas o agrupar a las ánimas solitarias que cuelgan entre el mundo de los muertos y de los vivos. De ahí nació la Santa Compaña.

Ese tipo de artes no eran del agrado del rey, que las tachaba de satánicas. Dominado por el miedo, temía que algún día estos hechiceros se volvieran en su contra y le destronaran. Podían ser un enemigo muy poderoso. Fundó el rumor entre las gentes ignorantes que habían hecho un pacto con el diablo, que en cualquier momento se rebelarían y sembrarían el terror. Por eso, con el apoyo de los aldeanos organizó una cruzada para perseguirlos hasta la muerte.

Una noche de luna menguante, bajo una densa niebla que calaba los huesos se libró la batalla. No hubo piedad, literalmente rodaron las cabezas de esos seres impíos. En nombre de Dios, se ordenó derribar el templo y levantar el mayor monumento de todos los tiempos para aprovecharse de las propiedades sobrenaturales del terreno.

Un séquito de varios hechiceros logró sobrevivir huyendo a los castros, pequeñas cuevas que se hallan en los bosques, y lanzaron una maldición sobre el lugar. Cada 100 años, en una noche de luna menguante, el cielo cambia de color, se condensa y todo tipo de alimañas ascienden desde las profundidades en busca de venganza. Desde la plaza de Muertos la Santa Compaña campa a sus anchas por la ciudad, en busca de alguien que pueda ayudarles. Se oyen gritos de rabia y desesperación. Los hombres lobo están hambrientos, los duendes salen a robar cuanto pueden. Se les reconoce por esa risilla tan maligna cuando corretean por las calles húmedas.

Esa noche en la que la ciudad se hace inhabitable, la gente se encierra en sus casas tiritando bajo las sábanas y los curas abrazan a la cruz esperando que no les toque a ellos, a mí me gusta salir, mirarlos a los ojos y comprender que no soy más que uno de ellos, un vagabundo errante perdido en el tiempo y el espacio.

jueves, 14 de abril de 2011

Adivina, adivinanza

Otros cuatro versos más, una sensación.



Lágrimas gritando en silencio,

muecas que sonríen entre líneas.

Bajar los hombros, hundir la frente,

sentir que todo pesa más de lo que parece.





sábado, 9 de abril de 2011

Adivina, adivinanza

Bueno aquí dejo otra palabra mágica, esta vez creo que es más fácil.



Valioso tesoro que crece con el tiempo,
siempre está cuando lo necesitas.
¡Ten ojo! Si lo descuidas se oxida,
te desampara, te deja sin compañía.

miércoles, 6 de abril de 2011

Adivina, adivinanza

Bueno, voy a intentar hacer un mini-concurso. Hay palabras que están muy desgastadas, que de sólo oírlas en la radio nos chirrían los oídos. Por eso un día intenté hacer un poema intentando describirlas, sin nombrarlas, mediante versos fáciles. Así que aquí va la primera, a ver si sabéis qué es:


La gota de luz que la oscuridad ilumina,
la semilla que en tierra estéril germina,
la fuerza que impulsa el día a día,
un sueño, un gesto, una sonrisa.