domingo, 20 de enero de 2013

Buscar los sueños


Marianna tiene 32 años y es viajera por naturaleza. Como muchos niños sueñan, desde la infancia siempre había querido vivir en una casita de árbol. Durante la adolescencia lo olvidó y, ya de mayor, la idea había retomado fuerza en su cabeza.

Un día decidió buscar el término  en Google y vio unas lindas construcciones de madera alzadas sobre las copas de los árboles. Buceó un poco más y descubrió que eran reales y que estaban en Chile. La siguiente búsqueda que hizo fueron vuelos baratos para América. Dos semanas más tarde, abandonaba su Polonia natal para embarcarse en un avión camino de Cancún sin billete de regreso.

Una vez en el caribe, sin mucha prisa y con un colchón económico de unos años de trabajo en Alemania,  pensó en recorrer los 10.000 kilómetros que hay entre México y Chile en un viaje por carretera, sin calendarios ni destinos prefijados. Simplemente pensó en conocer y dejarse llevar por las experiencias que fuese encontrando en el camino. Le tomaría unos meses llegar hasta Chile, pero sería el viaje de su vida.

Conocimos su historia mientras nadábamos en el atardecer, al este del lago Petén Itzá, en plena selva guatemalteca, en un pequeño pueblo llamado El Remate. Había llegado hasta allí siguiendo una ruta parecida a nuestra, pero algunos días más tarde. 

Tomaba el sol y hablaba perfecto polaco, alemán, francés, inglés y, aunque decía que no hablaba español, se defendía muy bien. 

Nos contó que antes de llegar a Guatemala conoció a varios chilenos que le hablaron de su país, sus paisajes y sus gentes. Reconoció que al principio pensó que era una locura lo que estaba haciendo, pero cada pedacito de Chile que encontraba por el camino le acercaba más a su casita del árbol.



La tarde acabó por apagar los rayos de sol y quedamos en vernos por la noche, alrededor del fuego. Así, mientras se consumían las llamas y se vaciaban las cervezas, pasamos el rato platicando de nuestros viajes. Yo le conté mis experiencias de supervivencia por los fiordos y la búsqueda fallida de Nessie y ella me habló de sus viajes por Europa y Asia. Por lo que me dijo, Asia debe ser fascinante, algún día mis pies aterrizarán allí.

Decidió acampar con nosotros y a la mañana siguiente Rodrigo le dibujó un mapa de lugares que podría visitar en Chile y una lista de contactos a los que podría acudir en caso de necesitar algo. En su cara pudimos ver que cada gesto y palabra de Rodrigo la acercaba más a su Chile en sueños y que, si algún día llegara hasta allí, el lugar la atraparía y no la dejaría salir. Ya no le haría falta un billete de regreso.

Marianna es una de esas personas diferentes, especiales, de las que parece que solo salen en las películas y que nunca sabes si volverás a ver, como tantas otras que conocí y que ya ni recuerdo.  No pudimos hacernos una foto porque vendió a unos chilenos en México su cámara Reflex para ayudar a financiarse el viaje. 

Lo curioso fue que, mientras se iba, tuvimos la sensación de que algún día la volveríamos a ver, quién sabe dónde. Si Google es capaz de adivinar el destino, Facebook es capaz de acercarlo.

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