Yo preferí hacer caso a los que sí que habían vivido allí,
al fin y al cabo, lo habían visto con sus propios ojos, aunque siempre con el
runrún del peligro detrás de la oreja.
Pues os voy a contar las experiencias que he tenido con la
violencia hasta ahora. La primera y más exagerada me ocurrió ayer mismo, cuando
me iba a mudar de casa al centro. Allá
iba yo debajo de un diluvio más con el maletón y la mochila, subiendo y bajando
cuestas, hacia la parada del autobús.
Ya antes había decidido ir en autobús en lugar de hacerlo en
taxi, aunque eso supusiera exponerse a perder todos los enseres y aunque la
diferencia entre ir en bus y en taxi fuera solo un euro. No preguntéis por qué,
me gustan los riesgos y las complicaciones. Por cierto, ¿sabéis que acá se
negocia el precio con el taxi? Hay que andarse con ojo y aprenderse las distancias
para que no timen.
Cuando llegué a la
parada había una señora con unas bolsas bien grandes. Como aún no me aclaro
mucho con los autobuses, le pregunté cuál de todos iba al centro y muy amable
me dijo que ella me avisaría. Luego comenzamos a platicar un poco (aquí es muy
fácil ponerse a hablar con cualquier desconocido) y resulta que íbamos a la
misma calle, causalidades de la vida.
Como el autobús no pasaba y seguía lloviendo bastante, me
dijo que ella se iba en taxi, que si quería ir con ella. Le dije que sí. Con el
tráfico que había el viaje iba a ser un poco largo.Así que entramos y ella empezó a contarme lo que hacía
mientras desenredaba las grandes bolsas. ¿Qué iba a sacar una pistola? ¿Eso es
lo que tenía que pensar? ¿Eso es lo que hubiera pensado un psicótico?
Resulta que la señora, a la que llaman la huera (así es como llaman aquí a los blancos,
pero sin tintes xenófobos), es una vendedora ambulante de antojitos, tacos y
picaditas y se dirigía al centro a ganarse el parné.
De la bolsa sacó un par de platos y nos invitó a mí y al
taxista a comer de sus picaditas recién hechas. Mmm, ¿qué pretendía con esto?
Un psicótico seguramente hubiese pensado que era una forma muy sutil de
narcotizar a alguien, que seguramente estaba compinchada con el taxista y que después
de comérmela me desvalijarían y me dejarían tirado por ahí. Sí, seguro que me
estaría esperando, por eso me dijo que iba a mi misma calle, para enganchar al
primer tonto que se dejara engañar.
La verdad es que estaban riquísimas las dos que me comí, no
sé, aquí en México me da la impresión de que es mala educación decir el “no”
que quiere decir “sí”. Al menos nunca lo he visto. Mientras me las comía nos
explicó cómo las preparaba y yo le expliqué mi nuevo proyecto de vendedor
ambulante de tortilla de patata. Luego el taxista ya me preguntó por la
situación en España, que traspasa fronteras, y resolviendo el mundo bajo la
lluvia llegamos al lugar de destino. Como gesto de agradecimiento quise pagar el
taxi, aunque no encontré el dinero que llevaba, resulta que lo había perdido
por el agujero del bolsillo. “Hay que aprender a coser ¡ya!, pensé. Entretanto, la señora se adelantó y pagó. Luego
me dijo que no importaba, que ella tenía que venir de todas formas. Le agradecí
por todo, le di un beso y le dije que la buscaría para darle de probar mi
tortilla de patata. Y me fui con un agridulce sabor, contento por la lección
humana, pero en deuda con ella, que seguramente ni esperará.
Pues como esta historieta me han ocurrido muchísimos
detalles así, y me hace darme cuenta de que lo que predomina en México es esto,
la hospitalidad y amabilidad de la gente. Y así he de ir yo por el mundo, aunque también atento y vivo con lo que ocurre alrededor, pero nunca en estado de psicosis.
Lo que llega a través de los medios claro que está ahí, pero
no son la mayoría de las personas. Los medios nos acostumbran a vivir en estado
de shock constante, y estamos malacostumbrados a dar el calificativo de noticia a
sucesos negativos, así que hoy me saltaré la línea editorial y publicaré las
cosas buenas y humanas que suceden. Por cierto, dos últimas anotaciones.
La primera es que hace un par de días me contaba un amigo
que a un amigo suyo periodista que andaba hurgando demasiado le habían
desvalijado su casa en señal de aviso. En lo que va de legislatura solo en el
estado de Veracruz han asesinado a más de 90 periodistas. Chunga profesión.
La segunda es que el billete estaba en otro bolsillo, cosa
que me hizo sentir aún peor y darme cuenta de que a pesar de que todos lo
busquemos, el dinero nunca será lo más importante.
Besicos y buena onda!!