Hola a todos!
A regañadientes conmigo mismo y mi pereza últimamente para escribir voy a
retomar el blog y así, de esta forma tratar de capturar como si de una foto se
tratara todas mis experiencias, emociones y personas que voy encontrando por el
camino. Ese es mi objetivo en esta nueva etapa: luchar contra el atontamiento
producido por la dejadez literaria y reconciliarme de nuevo con el bello arte de las palabras,
ya sea en prosa o verso, aunque eso me suponga dejar de vivir por un ratito y
dedicarme a retratar la vida, el pasado, los recuerdos recientes que se
desvanecen.
Vuelvo a las Américas buscando no se el qué y huyo de las Europas tampoco sé
muy bien de qué. El caso es que aquí estoy, me siento bien y no me arrepiento.
Ya habrá tiempo si se da el caso. La frase que me repetí en la cabeza fue: ‘Antes
de verlas venir (o no verlas), voy a ir a buscarlas, con dos cojones y suponga
lo que suponga’. Aunque me temo que, aunque siguiera el país en su burbuja de
precios y los nuevos ricos siguieran endeudándose, la gente llenándose de cosas
inútiles y los mileuristas quejándose de que no les alcanza para la hipoteca o
el nuevo coche, yo habría seguido la misma dirección, quizá otro pequeño rumbo
o caminito, pero la misma dirección. La cabra siempre tira al monte. Pero así
se precipitan las cosas más fáciles, las dudas se disipan.
Así me debato, entre el placer y la fuerza, la aventura y el ¿exilio? económico.
Maldita ministra... Te estamparía mi zapato lleno de mierda de vaca en los morros para que saborees bien. En fin, como ya pasó en los pueblos en los 60, hay que dejar
espacio a los que se quedan también para que puedan salir adelante. Y disfrutar
de la vida a su manera.
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Llegué a Cancún sin dormir una pizca en el avión, extasiado, tras tres días,
tres despedidas y una bienvenida consecutivas, grandes ingestas de alcohol,
reciclando resacas y lleno de emociones, tanto por lo que dejaba como por lo
que me iba a encontrar. Y lo primero que me encontré, como dicen en Andalucía
fue la bofetá: una bocanada bien
grande de calor que me hizo comenzar a sudar y sudar sin parar casi hasta el
día de hoy, solo con permiso del alba, que da una pequeña tregua de dos horas. Yo,
que odio el aire acondicionado, a veces me colaba en alguna tienda a
refrescarme.
Desde el primer momento en que llegué apenas titubeé en mis movimientos y
todo fue según lo planeado. Después de haber vivido 8 meses en México ya todo se
vuelve tarea fácil. Y mi acento pseudo mexicano-español regresó a mis labios
intacto, como si hubiera estado guardado en la recámara esperando salir en el
momento preciso.
Lo único que no estuvo planeado y quizá lo más importante era encontrar a
Carmencita en Playa del Carmen, ya que llegaba con 2 o 3 horas de retraso y no
tenía ni sus señas ni su celular, pero todo se resolvió sin problemas y
rápidamente, una mezcla entre Facebook y Smartphones. La encontré junto con dos
amigos más, los cuatro coincidimos en Cumbre Tajín 2013, pero apenas me acordaba
de ellos. Aun así, enseguida nos entendimos, la buena onda abunda!
Ya sentía que el festival Cumbre Tajín 2013, al que fui de voluntario y
espero regresar había calado hondo en nuestros corazones y volver a coincidir
con ellos me hizo darme cuenta de que realmente fue así, no solo para mí,
mágico para todos.
La acogida que tuve en Playa fue a la mexicana, cálida, amable y sincera.
Nada más llegar fuimos todos a cenar y a tomar luego unos cacharritos con
tequila, pero ya. Tras 24 horas sin dormir y el bagaje anterior, mi cuerpo no
daba mas de sí. Las voces se perdían y retumbaban en mi mente, la cabeza pesaba
mucho y ya cualquier esquina era una cama. Tocó ir al sobre.
Playa del Carmen me recordó un poco a las zonas más turísticas de Gran
Canaria, como Maspalomas. La parte costera está diseñada única y exclusivamente
para el turista. No es como Cancún, no tiene grandes edificios, pero sigue creciendo. Desde la playa sí se pueden ver los grandes edificios de la isla Cozumel. Eso sí, hay trabajo para el que tenga papeles. La calle principal es agotadora, tanto para los vendedores, hosteleros y masajistas
que tienen que disputarse a sus presas como para mí (y supongo que algunos más),
que no soy un turista al uso. Después de tantos viajes ya sé y puedo afirmar
con seguridad que no me gusta viajar para atragantarme de tours, llenarme de
artefactos o pasarme todo el día pedo en la otra parte del mundo. Lo que me
fascina es la gente, la cultura, poder mezclarme y ser uno más. Atrapar los
acentos, escudriñar el lenguaje, comprender los gestos, las miradas y las
sonrisas, eso es lo que más me fascina. Me enamoran las sonrisas.
Volviendo al viaje, al día siguiente fuimos a Akumal, una playa no tan
devastada por los voraces hoteles y resorts, donde aún quedan algunas tortugas
y rayas bajo control. Allá anduvimos nadando con ellas por más de hora y media,
tan absortos, que cuando nos quisimos dar cuenta apenas nos quedaban fuerzas
para volver a la costa. Por la tarde tuvimos noticias de que a ese pequeño
paraíso le queda poca vida pública, pues ya se está pensando en ser vendido o
patrocinado. Los revienta costas no aprenden, nada les importa, solo piensan en
cuántos kilómetros quedan libres y cuánto dinero están perdiendo. Espero que no
pase como en el Mediterráneo. Benidorm no mola!
Los cuatro días en Playa sirvieron para descansar y agarrar fuerzas y
confianza para continuar el viaje. Las sincronías volvieron a acompañarme y me
dieron mucha confianza para continuar. Antes de irme me sentí raro, triste,
como si hubiera vivido allí con los chicos por mucho tiempo, se me hizo difícil
dejarlos. Me marché con ganas de regresar, con ganas de volver a verlos, pero
también con ganas de saber que me iba a deparar en mi siguiente destino: la
laguna de Bacalar, un lugar del que me habían hablado y era parada obligatoria.
Allí me esperaba un niño que está haciendo sus sueños realidad.
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